somos la única galería peruana especializada en fotografía
Fundada en el año 1999, El Ojo Ajeno surge como un espacio de exposición dedicado a la difusión de la fotografía en sus distintas manifestaciones, pero con un énfasis especial en la exhibición y venta de fotografía artística contemporánea. Es, desde entonces, la única galería peruana especializada en fotografía y presenta regularmente obra de creadores peruanos y extranjeros de primer nivel.
En El Ojo Ajeno se han expuesto los trabajos de reconocidos artistas como Ananké Asseff, Marcelo Brodsky, Marcos López, Esteban Pastorino (Argentina), André Cypriano, Denise Gadelha, Cassio Vasconcellos (Brasil), Patrick Hamilton (Chile), Connie Imboden (Estados Unidos), Joan Fontcuberta (España), Jeanloup Sieff (Francia), Luis González Palma (Guatemala), Tina Modotti (Italia), Flor Garduño (México), Pablo Hare, Jorge Heredia, Roberto Huarcaya, Antonio Ramos, Mariano Zuzunaga (Perú), Werner Bischof y Olaf Breuing (Suiza) o Alexander Apostol (Venezuela). La galería da espacio, además, a muestras de jóvenes artistas peruanos así como a exposiciones de carácter histórico.
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Desde su invención, la fotografía se ha entendido como un medio de descripción visual: fotografiar fue primero la maravilla del registro infinitamente detallado de lo real y, luego, una forma mejor de registrar, en que mirar era descubrir una coherencia particular –el momento crucial de un acontecimiento, una singular configuración visual, la sugerencia de un valor metafórico– en lo real.
Esta estética del descubrimiento, que se ancla en la relación entre la imagen y lo real, se ha visto erosionada de diversas maneras en los últimos tiempos: desde el modo mismo en que la ciencia y la filosofía conciben lo real hasta la revolución digital que ha alterado el valor de verdad que le adjudicamos a la imagen fotográfica. Y, en ese trayecto, la barrera que separaba el descubrimiento de la invención –la verdad de la ficción, incluso– ha comenzado a diluirse.
Esa disolución, llevada al extremo, es lo que Javier Ferrand parece haber puesto en práctica en Entremundos. Aquí, asistimos a una suerte de renuncia a la fotografía como descripción –asistimos, ciertamente, a su alejamiento de la fotografía modernista– en una búsqueda que se aproxima lo más posible a la invención.
Las imágenes que componen esta serie han sido creadas en condiciones que bien podrían ser descritas como “de laboratorio”: objetos traslúcidos dispuestos sobre superficies refractantes, distintas fuentes de iluminación –flash, fluorescente, luz incandescente continua, luz de día– distancia mínima entre los objetos fotografiados y la óptica de la cámara y esta enfocada al infinito y sujeta a basculaje y descentramiento.
El resultado de todo ello son imágenes en que el referente, como objeto del mundo, desaparece ante el trabajo del fotógrafo con la luz, a tal punto que la sensación es de realidades inventadas o el –imposible– registro visual de abstracciones surgidas de quién sabe dónde. Metáforas perfectas para un mundo en que las certezas se desvanecen.
A partir del 5 de julio, abrió sus puertas al público la exposición Propuestas Visuales, que recoge los trabajos con los cuales se gradúan los miembros de la promoción 2016-I de la Carrera Profesional de Fotografía del Centro de la Imagen. Veintiséis egresados que exploran, cada uno a su modo, las posibilidades expresivas de la fotografía en sus proyectos de titulación.
Es casi un ritual por el que nuestros alumnos deben pasar para poder graduarse: al final de su sexto ciclo en la Carrera Profesional de Fotografía, cada alumno debe presentar un proyecto de titulación –que consiste en un trabajo fotográfico y una monografía que lo sustente– frente a un jurado calificador. Ahí, explican su proyecto y se someten a las preguntas y críticas de los miembros del jurado compuesto por profesores del Centro de la Imagen y por personas ajenas a la institución, sean fotógrafos, artistas, arquitectos o especialistas en cultura visual de otras disciplinas. De pasar satisfactoriamente la prueba, los alumnos habrán concluido con su formación profesional.
De acuerdo con Flavia Gandolfo, coordinadora académica de la carrera profesional, “a lo largo de los seis semestres de formación, se va desarrollando de manera progresiva la noción de proyecto fotográfico. Esto tiene que ver, ciertamente, con la técnica, pero también con el desarrollo conceptual y su sustentación. Implica la producción de imágenes, al elección de un lenguaje fotográfico adecuado al tema que hayan decidido tratar, la edición, la elección del formato de presentación… son infinidad de factores”.
Luz María Bedoya, quien dicta el curso de titulación junto con Flavia, destaca la importancia de esta apuesta pedagógica: “Lo que planteamos es que los alumnos puedan desarrollar, con consecuencia, un proyecto que nazca de su interés personal, dado que la carrera y la escuela apuntan a la diversidad creativa en vez de a guiar a los alumnos hacia un tipo particular de producción fotográfica. Nos interesa justamente que ellos puedan detectar sus propios intereses y que los asesores y profesores –los que estamos alrededor– podamos interpretar los intereses de cada estudiante para acompañarlos en ese desarrollo, tanto en lo teórico como en lo práctico. Al fin y al cabo, lo que se cultiva la diversidad. Y esta propuesta de formación es aplicable a todo trabajo fotográfico, sea artístico y de expresión personal o sea de cualquiera de las ramas de la fotografía comercial”.
Es por ello que en el Centro de la Imagen insistimos en que nuestro enfoque apunta a la formación de creadores visuales. Una vez alcanzada esa solvencia en el manejo de distintos lenguajes, adecuados para abordar distintos temas, nuestros egresados pueden desenvolverse en cualquiera de las ramas de la fotografía.
Como ya se ha dicho, una de las características del trabajo en el Centro de la Imagen es la diversidad. Eso es algo que queda claro en los trabajos de titulación de los alumnos de la promoción 2016-I. En cuanto a técnica, quienes visiten Propuestas visuales encontrarán fotografía, por supuesto, pero también collage, proyecciones, tanto de foto fija como de video, e instalaciones que involucran desde escultura hasta conexiones entre el mundo real y el entorno virtual de Second Life en tiempo real y todo ello apelando a gran géneros diversos como el paisaje, el retrato, la naturaleza muerta, el fotograma y mucho más.
Y en cuanto a temática, la diversidad es aún mayor. Alumnos como Gianella Espinoza y Alexander Caballero exploran su mundo familiar, aunque lo hacen, cada uno, desde perspectivas completamente distintas. Francesca Bernetti indaga en temas de memoria y pérdida a partir de los recuerdos de familiares de desaparecidos durante el conflicto armado que vivió el Perú entre 1980 y 2000, mezclando audio y fotogramas. Franco Guerra escanea placas radiográficas para crear imágenes que plantean, metafóricamente, la relación entre el espacio interior y la naturaleza del cosmos. Pablo Delgado utiliza el video para hablar del proceso de definición de la identidad personal en la adolescencia. Macarena Puelles, Alexander Caballero y Raquel Foinquinos abordan, desde distintas perspectivas, temas vinculados con la identidad y los problemas de género en nuestra sociedad. Renzo Iriarte pone en cuestión los límites de la realidad a partir de la interacción entre lo que sucede en la galería y el mundo virtual, por mencionar solo algunos ejemplos. En suma, una nueva promoción de creadores visuales con preocupaciones y lenguajes propios y mucho, mucho por decir.
Con ustedes, la promoción 2016-I de Fotografía Profesional del Centro de la Imagen:
Gianella Alfaro, Francesca Bernetti, Alexander Caballero, Tiziana Cerino, Arturo Campos, Winnie Chue, Alicia Corbacho, Pablo Delgado, Gianella Espinosa, Sofía Ferrari, Alexandra Feldmuth, Oscar Ferreyra, Raquel Foinquinos, Franco Guerra, Alejandra Ipince, Renzo Iriarte, Paola Jiménez, María Sofía Leon, Valeria Malpartida, Andrea Mondragón, Brenda Pastor, Macarena Puelles, Raquel Torres, Diego Vargas, Daniela Velásquez y Carlos Zapata.
En el trabajo de Hugo Vásquez la presencia de veladuras ha sido una constante. Quizá como consecuencia de la grisura de Lima, Hugo fotografió personas mirando el mar, pero vistas a través de un plástico solo a medias transparente. Realizó retratos, pero apenas nos dejó ver a los individuos: el uso de distintos filtros permitía, apenas, entreverlos. Eran trabajos reflexivos, en los que tanto como aquello que era fotografiado, lo que Hugo nos ponía en frente era la materialización de la mirada misma.
Parecería, entonces, natural que la atención del artista llegara a centrarse, tarde o temprano, en la veladura misma, en aquello que dificulta o hasta impide la visión. Esa es quizá la génesis de su proyecto Niebla, en el que el protagonismo de las imágenes se lo llevarían las nubes y la neblina y en el que, en una suerte de inversión poética, no hay ya nada más que ver que aquello que nos nubla la visión.
Para un creador como Hugo, la búsqueda artística adquiere un carácter constante y por eso le depara, a la vuelta de un recodo en el camino o escondida en lo que parecía ser la búsqueda de otra cosa, hallazgos insospechados. En el caso de esta exposición, y tras varios experimentos con formatos distintos que intentaban darle la forma precisa a esas visiones de la niebla, un viaje familiar lo llevó a un lugar remoto en el que pudo ver y fotografiar el surgimiento de la niebla entre las montañas, su lenta invasión del espacio visible hasta conquistarlo por completo.
Lo que seguiría –y lo que el espectador tiene ante sus ojos en esta muestra– fue el desarrollo de una relación personal con ese fenómeno natural. Ahí están, para atestiguarlo, las imágenes de la niebla que le pone un límite a la visión, un límite concreto pero a la vez etéreo e inasible como las partículas de agua suspendidas en el aire. Pero están también los distintos experimentos –la generación de su propia niebla, los juegos con espejos, los videos– en que la búsqueda adquiere madurez y va más allá de la simple contemplación para convertirse en generación de posibilidades simbólicas: nublar la visión, quedarse en blanco, perderse, en fin, como formas de descubrir y asegurar que, a pesar de todo, hay un más allá.
Con el apoyo de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (Cosude), la Fundación para el Desarrollo Sostenible de las Regiones de Montaña, con base en Suiza, lleva adelante el proyecto SMArt (Arte Sostenible de Montaña, por sus siglas en inglés) como una plataforma cultural que permita dar visibilidad a los retos que enfrentan las regiones de montaña –cambio climático, manejo del agua, migración, seguridad alimentaria– en todo el mundo.
Como socio local de SMArt, el Centro de la Imagen presenta Desterritorialización del paisaje glaciar, exposición que reúne el trabajo realizado por Alejandro León Cannock en el marco del proyecto SMArt, primero durante una residencia artística en Villa Ruffieux –en la localidad de Sierre, Cantón de Valais (Suiza)– y luego en el nevado del Pastoruri en Áncash.
Partiendo de la idea de territorio como una unidad conceptual que surge de la relación de la gente con su entorno, Alejandro León Cannock desarrolló su trabajo en Suiza como una suerte de investigación, entre científica y estética, sobre el paisaje glaciar, atendiendo a preocupaciones ambientales, pero también sociales y políticas.
Es así que, en Desterritorialización del paisaje glaciar, el espectador encontrará una representación del paisaje como atractivo turístico –como en la serie Real Postcards–, como sustento de la vida –a partir de imágenes de los canales de irrigación y de los guardianes de esos canales– y como zona en riesgo por la desglaciación –como en los Paisajes parciales, que centran la mirada en el límite en continuo retroceso entre el glaciar y la montaña, o las infografías que documentan la vida de los glaciares del Cantón de Valais–.
Como complemento de su trabajo en Suiza, Alejandro León Cannock viajó al nevado del Pastoruri, en Áncash, para incorporar a la muestra una mirada que atendiera a las mismas realidades pero en territorio peruano. Además de las inquietantes imágenes de texturas del paisaje glaciar, una imagen de lo que queda de un fallido parque jurásico en el Pastoruri –todo abandono y sinsentido– resume las perspectivas locales.
Las rocas fotografiadas sobre fondos de color en el conjunto de Deconstrucciones del paisaje glaciar, por último, parecen encarnar la desterritorialización a la que hace alusión el título de la muestra, como aludiendo a lo poco que nos quedará cuando los glaciares ya no existan.
Desde 2010, el Centro de la Imagen mantiene un programa de intercambio académico con la École Nationale Supérieure de la Photographie en Arles, Francia. Cada año seleccionamos a uno de nuestros alumnos para que viaje a Arles y recibimos a un estudiante francés en Lima. Durante su estadía en el exterior, ambos deben producir un proyecto fotográfico que luego se presenta al público en Miradas cruzadas, exposición bipersonal que se realiza tanto en Arles como en Lima.
Titulado Mallku en honor a la divinidad andina de las montañas, el trabajo de Marie Leroux aborda la tensión entre el hombre y el medio ambiente a partir de la relación de los pobladores de la provincia de Sánchez Cerro, en Moquegua, con el volcán Ubinas, el más activo de los Andes peruanos. Vivir en la proximidad del Ubinas supone la aceptación del riesgo que entrañan las destructivas fuerzas encerradas en el volcán, lo que genera un sentimiento de quietud y temor, como a la espera del despertar de un poderoso dios destructor.
Gabriela Concha, por su parte, presenta dos proyectos. Ángulo cero busca replantear la relación entre el ojo y la cámara a partir de un uso del dispositivo fotográfico que rompe con las convenciones establecidas, desde el Renacimiento, por el uso de la perspectiva en la representación visual. En Mirando en un plano interpuesto, el segundo de los proyectos de Gabriela, se utiliza un espejo espía como dispositivo para poner en escena lo fotográfico: el sujeto de la imagen se ve a sí mismo reflejado en el espejo y compone con él un retrato efímero. Desde el otro lado, Gabriela registra la escena completa: sujeto, espejo y alrededores, pero es incapaz de retratar lo que el sujeto ve en su reflejo. Una hermosa metáfora de lo que podemos –y no podemos– ver con la fotografía.
Dirección:
Av. 28 de julio 815 Miraflores
Horario de visitas para las exposiciones:
Lunes a viernes de 9am a 9pm y sábados de 9am a 3pm
Contacto:
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Teléfono:
4446999 anexo 226