El autorretrato tiene una larga tradición en la historia de las artes visuales, pero ha llegado a su mayor desarrollo gracias a la fotografía. La creación de una imagen de uno mismo por uno mismo ofrece múltiples posibilidades como la exploración de la propia identidad e historia de vida o la invención de máscaras y alter egos que pongan de manifiesto dimensiones del yo que permanecen ocultas. Es, en suma, un modo de autoconocimiento.
El trabajo personal de Paula Herrera se centra en el autorretrato.
Paula Herrera, quien dicta el Taller de autorretrato en el Centro de la Imagen, comenzó a trabajar con ella misma como tema cuando estaba estudiando en la Escuela Argentina de Fotografía en Buenos Aires. “Era la primera vez que vivía sola y cuando empecé a experimentar con la cámara me di cuenta de que cuando quería trabajar proyectos personales siempre trabajaba conmigo como modelo, no solo porque era más práctico, sino también por un tema personal: me fui dando cuenta de que para yo poder funcionar necesitaba de mucha intimidad, sentirme muy cómoda y eso solo podía hacerlo estando sola”, cuenta.
Ese trabajo la llevó a comprender el poder del autorretrato como forma de conocerse a sí misma. “Al ver un autorretrato que has hecho tú mismo te ves obligado a tomar distancia de tu propia imagen y eso te permite comenzar a analizar los procesos internos que te llevaron a crear esa imagen”, explica Paula.
El taller tiene un carácter teórico y práctico a la vez. Cada semana se aborda un tema diferente y se revisa el trabajo de artistas que han trabajado el autorretrato desde esa perspectiva. Se parte de una introducción teórica al autorretrato y de una revisión histórica del género tanto en pintura y como en fotografía. Luego se presentan temas como la corporalidad y el género en el autorretrato, el retrato utilizado en el arte conceptual y performativo, la creación de alter egos en el autorretrato y el autorretrato como puesta en escena –como alternativa a la idea de naturalidad– y termina con una presentación del autorretrato como relato autobiográfico. “Pero no nos limitamos a la teoría”, explica Paula “sino que hacemos mucha práctica. Yo no concibo el taller solo como un taller de fotografía, sino como un taller para la vida. Por eso intentamos adentrarnos en lo emocional, en lo profundo”.
El lado práctico del taller involucra una serie de ejercicios pensados para ayudar a que los participantes del taller se suelten frente a la cámara. “Un ejercicio es retratar a un familiar, por ejemplo”, explica Pala. “Nosotros somos también nuestros ancestros, hay una serie de sentidos en que ellos viven en nosotros. Entonces yo puedo hacer un retrato de mi madre y, en la medida en que busque el modo en que ella vive, es válido considerar eso también un autorretrato. Por eso les propongo a los participantes que retraten a un familiar de un modo que los represente a ellos: ¿cómo lo fotografiarían? ¿de qué manera lo presentarías? ¿lo disfrazarían?, etc.
En otro ejercicio, les pido que se retraten a partir de una fotografía de una parte de su cuerpo. Pero no cualquier parte, tiene que ser aquella con la que tengan algún conflicto, la que menos les gusta… eso es un disparador para pensar cómo nos vemos, qué imagen tenemos de nosotros mismos”.
Paula Herrera
El taller finaliza con una sesión en estudio pensada para que los alumnos puedan soltar sus emociones frente a la cámara. Es algo que parece fácil, pero que resulta ser todo lo contrario si se hace con seriedad. “Me baso en el trabajo de la fotógrafa Cristina Núñez, que trabaja el autorretrato como herramienta terapéutica. La idea ahí es que cada quien elija representar una emoción en el autorretrato: la rabia o la euforia, por ejemplo. Es un ejercicio que les permite abrirse a su interior”.
Al final, el taller es toda una experiencia de autoconocimiento que va mucho más allá de lo puramente fotográfico. Por eso Paula les da distintos materiales –lecturas, canciones– a los participantes en el taller para que sirvan de base para trabajar. “Un fotógrafo, como dice Ansel Adams, no solo hace una foto con la cámara, sino que la hace también con todos los libros que ha leído, con la música que ha escuchado, con las personas que ha amado. Todo lo que pueda nutrirlo a uno, sirve a la hora de hacer una foto”.
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