El arte de coleccionar fotografía

Por: Carlo Trivelli

Gracias al interés que ha despertado la proyección internacional de la Colección Jan Mulder, dos representantes de la mundialmente reconocida casa de subastas Christie’s visitaron Lima con el propósito de incentivar el coleccionismo de fotografía en nuestro medio. Denise Ratinof, directora de la oficina regional de Christie’s para Chile, Perú y Ecuador, y Darius Himes, director internacional del Departamento de Fotografías de Christie’s visitaron el Centro de la Imagen para ofrecer la conferencia “El arte de coleccionar fotografía”.

Himes, quien tuvo a su cargo la parte central de la exposición, presentó de manera clara y sucinta los distintos aspectos que debe tomar en cuenta un coleccionista de fotografía y ofreció un breve repaso del sorprendente desarrollo del mercado de la fotografía artística en las últimas décadas.


Darius Himes y Denisse Ratinof. (Foto Javier Zea/ Revista Cosas)

“Lo primero es la pasión”, explica. “Tienes que amar lo que coleccionas, tienes que sentirte atraído por ello. Y las atracciones son misteriosas: ¿por qué te enamoras de esta persona y no de esta otra? ¿Por qué a algunas personas les encanta el océano y a otras el desierto? En última instancia todas las atracciones son legítimas, el tema es reconocerlas y educarte acerca de ellas”.

Lo que sigue es cuestión de método: “A medida que vas profundizando y pensando en adquirir obras de artistas específicos, hay una suerte de lista de aspectos a los que debes prestarles atención antes de decidirte por una adquisición. El primero es el artista. ¿Es un artista importante? ¿Su posición es segura en la historia del medio? ¿Es considerado por autores, críticos, museos? Se trata de un aspecto crucial para el valor futuro de la colección, como veremos más adelante”, explica.

Luego están las consideraciones con respecto a la imagen que uno esté considerando comprar. “Debes saber si es una de las imágenes más conocidas del artista o si es, en cambio, una imagen poco conocida, una imagen de su producción temprana, etc. Eso caracteriza a la pieza y define su valor. Una vez claro ese punto, están las consideraciones acerca de la copia en sí. Hay muchos aspectos sobre los que preguntarse acerca de la copia que uno está por comprar: la fotografía es un medio muy delicado, así que la condición de la copia es súper importante.

“Además del estado de la copia en cuestión, es necesario preguntarse cuántas copias de esta imagen se sabe que existen y, si hay muchas, saber si esta copia es una de las iniciales o es una copia hecha en un momento posterior, quizá por un asistente del artista. Cosas así. Hay, además, preguntas específicas como a quién perteneció esta copia antes: puede haber sido el mejor amigo del artista o el Metropolitan Museum de Nueva York. Todo eso aporta a la historia de la copia, lo que llamamos proveniencia y eso le da valor y autenticidad al objeto”.

“Solo cuando ya tienes todo esto mapeado, llega el momento de preguntarte por el historial de mercado de este objeto y de este artista y así evaluar si el precio que te están ofreciendo es alto o bajo, si se trata de un buen negocio o no”, explica Darius.

Un mercado aún emergente


Las fotografías de Diane Arbus son un ejemplo de cómo se valoriza su trabajo con los años.

Antes de hablar del aspecto de negocio del coleccionismo, Darius explicó que, a pesar de que la fotografía ha estado con nosotros por ya casi 180 años, no deja aún de ser un medio artístico nuevo. “Si bien 180 años nos pueden parecer mucho tiempo, en términos de la producción cultural humana no son nada”. Eso pone a la fotografía en un lugar muy especial: “Puede sonar increíble, pero a mediados de los años setenta, uno podía comprar una fotografía de Robert Frank o de Diane Arbus en 100 dólares”. Hoy, esas imágenes valen cientos de miles de dólares.

Con un breve recuento histórico, Darius dejó en claro el modo en que el valor de la fotografía artística ha ido subiendo en las últimas décadas. Su ejemplo central fue el de una caja con 10 fotografías de Diane Arbus lanzada al mercado en 1970. De acuerdo con los registros de las casas de subastas, esta se vendió en 1987 por 15,400 dólares. Nada mal. Pero trece años más tarde, en 1990, la misma caja alcanzó los US$90,500; y cuatro años después, en el 2003, fue subastada por US$405,500. Por último, dos años más tarde, en el 2005 se vendió por US$553,600.


La caja de fotografías de Diane Arbus

No todos los fotógrafos son Diane Arbus, por supuesto, pero esa es la tendencia del mercado para los artistas destacados. “Todavía hoy es posible comprar, por precios relativamente módicos, fotografías de autores que sabemos que van a seguir creciendo en importancia en las próximas décadas como, por poner un ejemplo, una figura contemporánea como Hiroshi Sugimoto. Cuando piensas en la posición que él va a tener en el largo plazo (algo que está prácticamente asegurado por el reconocimiento del que hoy goza), digamos dentro de 10, 20 o 30 años, es imposible no ver que sus obras son, hoy, relativamente baratas en relación con el lugar que tendrán más adelante”.


Jan Mulder, Darius Himes y Denise Ratinof en la bóveda del Centro de la Imagen.  (Foto Javier Zea/ Revista Cosas)

 

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