Un artista surgido de nuestra Carrera Corta

Por: Carlo Trivelli

Hace apenas unos días, en la galería El Ojo Ajeno, cerró la exposición Hay un más allá de Hugo Vásquez. Esta es la cuarta muestra individual de Hugo, quien encontró en la Carrera Corta de Fotografía del Centro de la Imagen el vehículo perfecto para desarrollar su vocación.

Tras seguir estudios de Ciencias de la Comunicación en su natal Piura, Hugo Vásquez vino a radicar a Lima. Dio la casualidad de que se mudó a un departamento que quedaba muy cerca del Centro de la Imagen y esa cercanía despertó su curiosidad. Tras hacer las primeras averiguaciones, descubrió la Carrera Corta de Fotografía, un programa especialmente diseñado para quienes quieren especializarse en fotografía pero cuya disponibilidad de tiempo o compromisos laborales les hacen imposible seguir la Carrera Profesional de tres años.

“Yo estaba en una etapa en la que todavía no había definido mis intereses. En Ciencias de la Comunicación había aprendido fotografía a un nivel básico y, si bien me interesaba, no sabía con certeza qué camino seguir. En ese sentido, la carrera fue muy importante para mí. Descubrí que, si bien estaría en condiciones de hacer trabajo comercial, como fotografía de modas o fotografía institucional, lo que más me interesaba era el trabajo de expresión personal. En la carrera encontré profesores que me abrieron la mente a distintas cosas. Fueron guías importantes no solo para conocer distintos aspectos de la fotografía creativa, sino para valorar mi propio trabajo y entender que tenía algo que decir”, explica Hugo.

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Hay un más allá, su más reciente exposición, es una evolución importante en el trabajo artístico de Hugo, en el que la presencia de veladuras ha sido una constante. En sus primeros trabajos, quizá como consecuencia de la grisura de Lima –comparada con el sol radiante de su Piura natal–, Hugo fotografió personas mirando el mar, pero vistas a través de un plástico solo a medias transparente. Luego realizó retratos, en los que apenas dejaba entrever a los individuos a partir del el uso de distintos filtros. Eran trabajos reflexivos, en los que tanto como aquello que era fotografiado, lo que Hugo nos ponía en frente era la materialización de la mirada misma.

“En la carrera descubrí que la fotografía es un medio de transmitir, no solo un oficio que te permite vivir. Cuando recibe la retroalimentación de los profesores acerca de tu trabajo, ves la potencialidad que tiene. Fue precisamente una de mis profesoras la que me animó a mandar mi trabajo a una convocatoria de una galería y, al final, terminó siendo expuesto en la Alianza Francesa. Eso fue el inicio de algo, de darme cuenta de que lo que estaba haciendo valía la pena y generaba sensaciones”, cuenta el fotógrafo.

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En el trabajo que terminó perfilándose en esta última exposición, la atención de Hugo se centró en la veladura misma, en aquello que dificulta o hasta impide la visión. Esa fue la génesis de su proyecto Niebla, en el que el protagonismo de las imágenes se lo llevaban las nubes y la neblina y en el que, en una suerte de inversión poética, no hay ya nada más que ver que aquello que nos nubla la visión.

Para un creador como Hugo, la búsqueda artística adquiere un carácter constante y por eso le depara, a la vuelta de un recodo en el camino o escondida en lo que parecía ser la búsqueda de otra cosa, hallazgos insospechados.

En el caso de esta reciente exposición, y tras varios experimentos con formatos distintos que intentaban darle la forma precisa a esas visiones de la niebla, un viaje familiar lo llevó a un lugar remoto en el que pudo ver y fotografiar el surgimiento de la niebla entre las montañas, su lenta invasión del espacio visible hasta conquistarlo por completo.

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Lo que seguiría fue el desarrollo de una relación personal con ese fenómeno natural. Ahí están, para atestiguarlo, las imágenes de la niebla que le pone un límite a la visión, un límite concreto pero a la vez etéreo e inasible como las partículas de agua suspendidas en el aire. Pero están también los distintos experimentos –la generación de su propia niebla, los juegos con espejos, el recurso al video– en que la búsqueda adquiere madurez y va más allá de la simple contemplación para convertirse en generación de posibilidades simbólicas: nublar la visión, quedarse en blanco, perderse, en fin, como formas de descubrir y asegurar que, a pesar de todo, hay un más allá.

“En mi caso, la carrera me dejó más preparado para mi trabajo personal que para el trabajo en fotografía comercial. En ese sentido, en la parte emocional, fue fundamental. Pero ese fue el camino que yo decidí seguir. La carrera corta del Centro de la Imagen es interesante porque muchos de mis compañeros que han seguido otros caminos profesionales, sigue haciendo fotografía aunque no sea exponiendo en galerías, como yo. Tengo un amigo, por ejemplo, que está metido en política y registra los actos y eventos del movimiento al que él sigue. Ha sido su forma de participar en la reciente campaña electoral. Así que, independientemente de cuál sea tu inclinación, la carrera te permite descubrir cómo incorporar la fotografía a tu vida y tus intereses”, concluye Hugo.

reproducción, padre

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