El cuerpo sin vida del embajador ruso en Turquía, Andréi Kárlov, yace en el piso de una galería de arte, con los brazos extendidos. No se distingue su rostro. Apenas sus lentes caídos y las suelas gastadas de sus zapatos. En primer plano, abarcando toda la escena, su asesino —vestido impecablemente de terno— grita enérgico y apunta con el dedo hacia el cielo. En la otra mano lleva el arma homicida. La imagen impacta por su energía, por su crudeza y su aparente simpleza. Desarma por su violencia. Es la fotografía del año del World Press Photo 2017, una de las distinciones más prestigiosas del fotoperiodismo en el mundo.
Captada por el fotoperiodista turco Burhan Ozbilici, la fotografía fue elegida entre cerca de 80 500 imágenes enviadas por más de 5 mil fotógrafos de todo el mundo. Fotógrafos que a lo largo del 2016 capturaron con sus lentes las historias que remecen al mundo: Las víctimas de la guerra, el drama de los inmigrantes, logros deportivos, anécdotas de la vida diaria o el terrible impacto del actuar del hombre sobre la naturaleza. Instantáneas que reflejan el mundo en el que vivimos todos como sociedad.
“El jurado del World Press Photo ve dos cosas: una muy buena fotografía pero también una fotografía que cuente una historia”. Con estas palabras, Babette Warendorf, curadora de la exhibición del World Press Photo 2017, comienza su explicación sobre el trabajo detrás de la elección de las imágenes ganadoras de la edición de este año, que premió a 45 fotógrafos de un total de 25 países.
El proceso de la elección de las fotografías ganadoras comienza cuando se abre la recepción de trabajos: desde mediados de diciembre a mediados de enero, el organismo recibe las imágenes que los reporteros gráficos profesionales captaron a lo largo del año en curso (en este caso, del 2016). Luego, durante dos semanas intensas, el jurado invitado —compuesto por 10 fotoperiodistas y editores fotográficos provenientes de distintas partes del mundo— revisa todas las imágenes enviadas y tras sucesivas rondas eliminatorias, comienza a seleccionar las fotografías más impactantes del año.
El proceso es muy intenso. "Durante la primera ronda, el jurado tiene como dos segundos para ver cada foto”, comenta Warendorf. Conforme avanzan las rondas y se va reduciendo la cantidad de fotografías participantes, el jurado puede pedir que se le informe más sobre la historia detrás de la imagen. En la penúltima ronda, además, se le pide a los concursantes seleccionados que envíen los archivos RAW de las fotos (los archivos tal como fueron captados por la cámara), para comprobar que estas no hayan sido manipuladas digitalmente.
Este punto, resalta Warendorf, es sumamente importante para la credibilidad del concurso, sobre todo en un momento como el actual, en el que la manipulación de la información y las noticias de dudosa procedencia se usan para desinformar intencionadamente a la población.
"Con la fotografía este proceso es muy importante, porque seguimos luchando por un fotoperiodismo confiable", indica. Además, aparte de verificar la manipulación de la imagen, revisan también que los datos otorgados por el fotógrafo —el lugar donde se hizo la foto, los personajes que aparecen en ella o las cifras consideradas— sean los correctas. "Toda la información ha sido revisada", indica.
Esto, sin embargo, no evita que haya fotografías ganadoras que sigan despertando sospechas. Como el caso de la serie 'Un viaje por Irán', de Hossein Fatemi, ganador del segundo lugar en la categoría de Proyectos a largo plazo. En este caso, el fotógrafo fue acusado de "armar" escenas, mentir sobre los personajes y copiar el trabajo de otros colegas. Sin embargo, indica Warendorf, no se pudo comprobar la veracidad de las acusaciones.
"En el caso de Irán, algunas de las fotografías que envió el fotógrafo han sido controversiales. Hicimos la investigación pero no pudimos encontrar evidencia que indicara que era cierto que fueran armadas. Decidimos entonces mantener la serie en el concurso, y lo hicimos después de investigar. A veces pasa que si el reportaje es armado lo quitamos del concurso, pero esta vez no encontramos evidencia", indicó.
Tras la elección de las fotografías ganadoras, se inaugura la temporada de exhibiciones, donde 16 juegos de la exposición viajan a cerca de 100 ciudades en todo el mundo. Según cifras oficiales, cada año las imágenes ganadoras llegan a una audiencia de unos 4 millones de personas, en 45 países. Personas que descubren, a través de las fotos, lo que ocurre en lugares muy distantes a ellos.
“No se me hace algo malo que me digan que (la exposición) está muy fuerte, porque significa que tocó algo dentro de ellos, los emocionó, o se están relacionando con las fotos. Y a lo mejor cambia algo, o aprendieron algo nuevo que no sabían. Para mí eso es lo importante de esta exhibición", sostiene Warendorf.
"Aprendes algo nuevo de un conflicto. Si no sabías por qué venían refugiados a Europa y ves las fotografías de cómo bombardean las ciudades, entiendes un poco mejor por qué la gente viene a un lugar más seguro. Y eso para mí es lo más importante de la exhibición".
La exhibición de las fotografías ganadoras del World Press Photo 2017 está abierta al público en la Sala de Arte Moderno (SAM) de Larcomar, hasta el 13 de julio. En su paso por Lima, la muestra ya ha sido vista por más de 11 500 personas. La entrada libre.
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